El ballet romántico aparece a principios del siglo XIX sustituyendo al ballet de acción del que Jean-Georges Noverre fue el gran teórico. El período del ballet romántico duró unos treinta años; de 1815 a 1845-1850.
El romanticismo apareció a finales del siglo XVIII en Alemania, y en Gran Bretaña Walter Scott y Lord Byron extendiéndose por toda Europa a principios del siglo XIX llegando a Francia durante la Restauración, con autores como: Madame de Staël, Chateaubriand o Lamartine. En música, Beethoven fue uno de los primeros.
Una nueva era comienza y la danza no se queda al margen: todos los artistas sueñan con un arte revolucionario que aleje los demonios del Antiguo Régimen, con un nuevo aire, lírico, exótico, mágico, sensual.
Un discípulo de Noverre, Charles Didelot, de paso por París en 1815, representó Flore et Zéphire en la Ópera de París, los bailarines Albert y Geneviève Gosselin flotaban sobre el escenario, estando suspendidos por hilos de acero. Fue un descubrimiento para el público que, por primera vez, contemplaba una danza aérea, etérea, Madame Gosselin ya había innovado la danza dos años antes bailando sobre la punta de los pies (en pointes), aunque anteriormente realizado por la bailarína italiana Amalia Bugnoli, pero en realidad no se sabe con certeza el invento de esta innovación técnica dentro de la danza académica.
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